viernes, 8 de octubre de 2010

Anecdotario Aeronáutico - 9. El Buen Jesús

Lic. Antonio Luis Sapienza Fracchia (*)

El Tte.1º PAM Jesús Céspedes era un oficial excepcional. Lo había conocido en las reuniones del Club Paraguayo de Maquetismo Estático, allá por 1990. Era el primer oficial de la Fuerza Aérea Paraguaya que se integraba al club y por encima de todo, de entrada ya había manifestado su interés en armar maquetas de aviones paraguayos. Enseguida nos hicimos muy amigos, además del hecho de que el buen Jesús se había casado con una ex-alumna mía del Centro Cultural Paraguayo Americano. Formaban una linda pareja y en varias ocasiones nos invitaron a su casa en la Base Aérea de Ñu-Guazú.

A finales de 1991, el padre de Jesús, el General Céspedes, asumió la comandancia de la Fuerza Aérea. En nada afectó este importante hecho a Jesús, que siguió siendo una persona sencilla y renuente a utilizar sus influencias para conseguir beneficios. En aquel entonces, Jesús era piloto de combate del Grupo Aerotáctico (GAT), destinado al Escuadrón de Operaciones Aéreas Especiales, que utilizaba los Embraer AT-27 Tucanos(1). En su corta carrera en la FAP, Jesús había aprendido a volar en los Aerotec T-23(2) y en los legendarios N.A. T-6G(3) del Grupo Aéreo de Entrenamiento (GAE). En 1992, se decidió la compra de 12 Enaer T-35 Pillán(4) y el Tte. Céspedes formó parte del grupo de oficiales de la FAP en viajar a Chile para recibir instrucción en dicha aeronave. En Octubre de aquel año, los primeros cuatro T-35 Pillán de la FAP cruzaron la Cordillera de los Andes, uno de ellos piloteado por Jesús. Ese día, fui a la Base Aérea de Ñu-Guazú a ver llegar los tan ansiados Pillán, que insuflarían nuevos aires en el recientemente formado Grupo Aéreo de Instrucción (GAI).

El propio Gral. Céspedes estaba presente en dicha ocasión y una vez que los Pillán se estacionaran en la loza, los pilotos se formaron frente a las aeronaves y recibieron el saludo de su comandante. Me acerqué luego a Jesús, a quien abracé con emoción. Hilda, su señora, quien tenía en sus brazos al pequeño Iván, hizo lo mismo. Estuvimos conversando un largo rato y quedamos en encontrarnos pronto. Efectivamente, unas semanas después, un amigo mío brasileño, Edison Martins, me visitó en Asunción. Lo llevé a Ñu-Guazú a ver los nuevos Pillán y por suerte me encontré con Jesús, quien accedió a mostrarnos las aeronaves e inclusive invitó a Edison a sentarse en la cabina de uno de los Pillán. Luego recorrimos los diferentes hangares, sacando fotografías, todo gracias al buen Jesús.

Hacia fines de Noviembre, unos oficiales de la FAP, amigos míos, me invitaron al almuerzo por el aniversario del Grupo Aéreo de Transporte Especial (GATE) en la misma base aérea. Cuando llegué a la base, dos Pillán estaban realizando vuelos de homologación de instructores. En la guardia del GAI, pregunté por el Tte. Céspedes y me dijeron que el mismo se encontraba en vuelo, pero que aterrizaría en unos 30 minutos. Me dispuse entonces ir hasta la guardia del GATE, para saludar a los amigos oficiales y sacar algunas fotos de los Cessna, Beechcraft y Piper de aquel Grupo Aéreo. Así lo hice y me encontraba en plena tarea cuando ocurrió lo inesperado.

Estaba fotografiando las aeronaves del GATE, dando la espalda a la pista de aterrizaje, cuando escuché que el motor de un Pillán se aceleraba ostensiblemente; Giré para ver que pasaba, y a unos 300 metros de donde yo estaba, vi cómo un Pillán caía en pronunciada picada, desde poco menos de 200 metros de altura. Me quedé absolutamente petrificado, pues teniendo mi cámara a mano y lista para sacar fotos, no atiné a hacerlo. El Pillán se estrelló y seguidamente hubo un silencio mortal; Luego de algunos segundos reaccioné y empecé a gritar: ......”Se cayó un Pillán”...;...”Se cayó un Pillán”..., corriendo lo más que pude hacia el lugar del accidente. Delante mío iban dos jóvenes suboficiales de la FAP con matafuegos, ya que se había iniciado un incendio en la aeronave accidentada. Apenas llegaron al lugar, rociaron el aparato, apagando el incendio. Al llegar, la escena era absolutamente dantesca, pero no me imaginaba lo que encontraría. El tripulante de la cabina delantera, yacía inerte en su asiento, un Teniente 1º a quien sólo conocía de vista, pero no había nadie en la cabina posterior. Por unos instantes me dije a mí mismo:...”¡Qué suerte que Jesús está en el otro Pillán!”...; La otra aeronave empezó a sobrevolar el lugar donde estábamos, mientras más oficiales y suboficiales de la FAP llegaban al lugar del accidente. El Pillán 0111 había caído en la pista, por lo que la otra aeronave se dirigió al Aeropuerto Internacional de Asunción para aterrizar. Mientras esto sucedía, un suboficial gritó: ...”Aquí está el Tte. Céspedes”...; Efectivamente, el buen Jesús estaba en la aeronave accidentada y la fuerza del impacto contra el suelo lo tiró a varias decenas de metros fuera del Pillán. Un profundo dolor me atravesó el pecho y no quise acercarme al cadáver de mi amigo, pues quería recordarlo como había sido. Miles de pensamientos cruzaron mi mente en aquel momento; Algunos oficiales se acercaban y me hablaban pero yo no reaccionaba; ¡Estaba en un estado de shock!. Me acuerdo que un amigo, el entonces Tcnel. Ocampos se acercó y me dijo: ...”Aquí ya no hay nada que hacer; ¡vámonos!”...; Caminamos ensimismados hacia los hangares. Nos despedimos en silencio, aquel silencio respetuoso hacia el amigo que, minutos antes había iniciado su vuelo eterno...

 (*) Historiador Aeronáutico

Aviones mencionados (#)
(1) (2) (3)
(4)

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