Hace muchos años, allá por los años 70, ingresó a la oficina de Líneas Aéreas Paraguayas en Buenos Aires un joven muchacho llamado Jorge Alberto Fernández. Se caracterizaba por ser muy amable, voluntarioso y muy curioso por saber de todo lo más rápido posible para poder ayudar a la gente. En aquella época, los empleados de LAP en Buenos Aires no solamente trabajaban en la oficina del centro, sino también debían ir al Aeropuerto Internacional de Ezeiza cada vez que habían vuelos, por lo que todos eran polifuncionales.
En todos los ámbitos, nunca falta un “profesor” paraguayo de ricas expresiones idiomáticas en guaraní, -léase malas palabras o groserías-, y en esta ocasión, la pobre víctima fue justamente el bonachón de Jorge. En una ocasión, se le dijo:
-...”Como vas a ir al aeropuerto, quiero darte algunas instrucciones. Mirá, las azafatas son tan amables y se ponen mucho más amables y amigables si es que las saludás en guaraní, así que te voy a enseñar algunos saludos, OK?”...
Jorge, con una gran predisposición en aprender de todo, estuvo de acuerdo diciendo que le encantaría aprender saludos en guaraní. El “profesor”, con años de experiencia en aquella oficina, se dispuso a “enseñar” su primera lección:
-...”Jorge, cuando el Electra C(1) se estacione, van a arrimar una escalerilla a la puerta principal. Cuando esté en posición, te subís y le das tres golpes a la puerta para que las chicas abran la puerta, y luego las saludás en guaraní”...
La frase utilizada es irreproducible pero era una “gruesa” grosería de carácter erótico que podía sonrojar a cualquier mujer, pero Jorge, que no sabía absolutamente nada de guaraní, quedó convencido que estaría diciendo ...”Buen día, hermosas chicas”...o algo parecido.
Lo que sí es que Jorge se pasó practicando el “saludo” en guaraní durante toda la semana y los pícaros empleados paraguayos disimularon muy bien para que no se diera cuenta del “misil” que el inocente de Jorge estaba a punto de lanzar. Por fin llegó el tan ansiado día, un lunes, y Jorge, con su mejor camisa y pantalón, se presentó en Ezeiza. Allí, los empleados de LAP le “refrescaron” las instrucciones, diciéndole que el saludo debía ser con una amplia sonrisa y con una inclinación de cabeza tipo saludo japonés, etc. etc.
El Electra de LAP llegó y Jorge, muy nervioso, ya estaba en la escalera antes de que sea colocada en posición. El personal de tierra acercó la escalera, se dieron los tres golpes a la puerta y la misma fue abierta; La primera en asomarse fue una bella azafata de LAP, a la que Jorge saludó con la frase que había estado practicando durante una semana, con una amplia sonrisa e inclinado la cabeza. La sonrisa de la azafata desapareció instantáneamente, pero Jorge insistía con la frase y a continuación recibió un reverendo “bife” en la cara dado con tanta fuerza que hizo retroceder al pobre Jorge varios escalones. Sólo ahí se dio cuenta que había sido “bautizado” por sus compañeros de trabajo y hasta él se sonrojó cuando le contaron el verdadero significado de lo que había dicho. La vergüenza le duró mucho tiempo, especialmente cuando tenía que atender a aquella azafata.
Jorge, una excelente persona, trabajó muchos años para LAP y aún hoy sigue trabajando en TAM-Mercosur.
(*) Ex-empleado de LAP en Bs.As. Ex Gerente de LAB en Paraguay.
| Tweet | Compartir |
No hay comentarios:
Publicar un comentario