martes, 26 de octubre de 2010

Anecdotario Aeronáutico - 26. Su patria necesita de Técnicos Aeronáuticos

Cnel. Av. (SR) Agustín Pasmor (*)

  Cuando sólo tenía 5 años de edad, recuerdo claramente que mi abuelo me llevó a la plaza frente al congreso para ver al primer piloto paraguayo, Silvio Pettirossi, quien con su Deperdussin “T”(1) realizó increíbles acrobacias, allá por 1914. Mi abuelo era conocido de la familia de Pettirossi, por lo que cuando aterrizó, se acercó al avión y lo saludó. Silvio bajó de la aeronave y me tocó la cabeza, diciéndome:

-...”Y Agustín, ¿te gustan los aviones?”..., a lo que repliqué:
-...”Si; quiero volar”...

  Esta experiencia marcó mi  vida y desde ese momento la idea de ser piloto no salió de mi mente. En la escuela primaria, tuve como compañero al recordado Emilio Núdelman, quien tenía mis mismos sueños. En nuestras largas conversaciones de criaturas, no hablábamos de otra cosa que no sea de la aviación.

  Como había nacido en Areguá, viví con mi madre algunos años, pero un día, Eligio Ayala visitó el pueblo y mi madre le dio de comer. Enseguida él se interesó en mi y le dijo a mi madre que me haría estudiar en Asunción. Mi madre, que no tenía muchos recursos, aceptó gustosa; Además, todo el mundo conocía a Don Eligio, un hombre íntegro. Y así fue.

  Viví algunos años con Eligio Ayala, creciendo bajo una férrea disciplina que realmente forjó mi carácter. En varias oportunidades le comenté de mi pasión por la aviación, pero el me decía que era muy peligroso y que yo debía ser marino. De hecho, me inscribió en la Escuela de Grumetes de la Armada, donde estuve un año. Enseguida me di cuenta que la vida del marinero no era para mí y no dejaba de pensar en la aviación.

  Un día, leí un aviso en el periódico llamando a interesados para inscribirse en el curso de pilotos aviadores militares en la Escuela de Aviación Militar de Campo Grande, que en aquel entonces todavía estaba dirigida por la Misión Militar Francesa. Fue allá por el año de 1928.

  Literalmente, me escapé de la Armada y me presenté en la sede de la Misión Francesa. Cuan grande fue mi decepción que cuando manifesté mi deseo de inscribirme en el curso de pilotos, me dijeron que el cupo ya estaba lleno. Pero el Mayor Louis Fromont, Director de la Escuela de Aviación Militar, al ver mi interés, me dijo:

...”¡Soldado!, su patria necesita de técnicos aeronáuticos; ¿Porqué no se inscribe para el curso de mecánica de aviación?. De todas formas, Ud. estará cerca de los aviones y podrá volar cuando quiera”...

  Sus palabras me convencieron y me inscribí. Pedí mi traslado a la Aviación Militar e inicié el curso de Ingeniería Aeronáutica en 1929. Cuan grande fue mi sorpresa que uno de los instructores de vuelo era el entonces Teniente 2º PAM Emilio Núdelman, mi ex-compañero de escuela. Cuando me vio, me abrazó y me dijo:

-...”Agustín, no te preocupes. Yo te voy a enseñar a volar, pero no le cuentes a nadie. Cada vez que una máquina sale de reparaciones o de inspección, vos me decís que la querés probar ,  yo te hago volar y te doy instrucción. Te voy a convertir en el mejor piloto de todos”...

  Esto me alentó mucho y aparte de seguir mis estudios en mecánica de aviación, también volé muchas horas en los Hanriot HD-32(2) y en los Morane Saulnier MS.35(3) y M.S. 139.(4) Más adelante llegué inclusive a volar en los Potez 25(5), sin que nadie en la Escuela se enterara de que estaba recibiendo instrucción de vuelo.

  Llegó la Guerra del Chaco y si bien cayó sobre mis hombros la responsabilidad de ejercer la Jefatura de Mantenimiento de la Aviación en Campaña, llegué a volar unas 400 horas durante el conflicto. Al final, luego de la finalización del conflicto, recibí mi brevet de piloto civil en Septiembre de 1944...

 (*) Ex- Jefe de Mantenimiento de la Aviación en Campaña

Tipo de avión mencionado (#)
(1) (2) (3)
(4) (5)


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