martes, 5 de octubre de 2010

Anecdotario Aeronáutico - 6. El Ingenio Paraguayo en El Chaco

Cnel. Av. (SR) Agustín Pasmor (*)

  La guerra duró tres años y durante todo ese tiempo estuve en el Chaco. Sólo en dos ocasiones vine a Asunción, una vez, al ser herido durante un bombardeo boliviano, para seguir un corto tratamiento en la capital, y en la otra ocasión, de franco. Al inicio mismo del conflicto, fui destinado inmediatamente al Chaco para construir la primera pista de aviación y establecer así la primera base aérea operativa en el Chaco. Con mucho esfuerzo y sacrificio la construimos en un lugar llamado “Isla Taguató” e inmediatamente fueron destacados allí varios bombarderos Potez 25 A.2 y cazas Wibault 73, y desde allí se realizaron las primeras misiones de guerra sobre posiciones bolivianas.

 ¿Que fue lo que más me impresionó de nuestra actuación?. Bueno, quizás haya sido nuestra capacidad de utilizar los pocos recursos disponibles para mantener nuestra Arma Aérea operativa durante toda la guerra. Yo mismo me sorprendo de lo que llegué a hacer en aquella región árida con aquellos motores Lorraine-Dietrich de los Potez. Le pongo un ejemplo. En condiciones normales, un motor recibía mantenimiento después de 300 horas de vuelo, pero en el Chaco, con la fina arena y polvo, debíamos hacerlo cada 30 horas. Es por eso que los Potez 25 fueron los únicos aviones que comenzaron y terminaron la guerra.

  Ahora, recuerdo un episodio muy importante de la guerra como si fuera ayer. En Enero de 1933, nuestras tropas fueron rodeadas por los bolivianos en Nanawa, cortándoles todos los caminos para la llegada de suministros. La situación era desesperante y llegó un momento en que cada soldado sólo tenía 5 balas, y escaseaba el agua y los alimentos. El Gral. Estigarribia decidió entonces reabastecer Nanawa por aire y me consultó como podíamos hacerlo. Le expliqué que si lanzábamos las municiones desde el aire, estas se deformarían al estrellarse contra el piso, por lo que le sugerí desartillar cuatro Potez 25 y cargar las municiones en el habitáculo del artillero. El comandante aceptó y así lo hicimos. Desmontamos la torrecilla con las apareadas Madsen, también la ametralladora ventral, dejando el habitáculo del artillero vacío. Cargamos las municiones en bolsas de arpillera y una vez que los cuatro aviones estuvieron listos, despegaron hacia Nanawa, donde aterrizaron bajo intenso fuego enemigo. Los pilotos mantenían el motor en marcha mientras que los soldados descargaban las municiones; Luego, inmediatamente, volvían a despegar y repitieron esta operación durante todo el día, transportando un total de 1.610 kilos de balas. Esto salvó Nanawa y se pudo romper el cerco del enemigo. Tres de los cuatro Potez 25 resultaron dañados, pero afortunadamente se los pudo reparar.

 (*) Ex-Jefe de Mantenimiento de la Aviación en Campaña.


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